TARDE ESA NOCHE, en el puerto de S´menel, doscientos chicos elfos y chicas elfas estaban sentados alrededor de una fogata, mientras las llamas lamían los leños gruesos y chisporreantes, y lanzaban centellas y humo al cielo estrellado. Tenían la ropa sucia, rotas las mangas y los puños. La espantosa guerra había dejado profundas huellas en sus recuerdos. Los miembros pequeños del grupo, entre quince y diecisiete, que a la vista de los humanos los chiquillos parecerían tener cinco años. Se hallaban de espaldas a los otros, tirando piedritas en al agua de la bahía de S´menel. Los demás se amontonaban alrededor de Philos y Flasn.
Philos se acercó al fuego. Les sonrió a dos de los niños pequeños, Gian y Amado, que jugaban en silencio en el extremo del muelle. Más allá, vio a una chica que caminaba despacio hacia él. Era alta y tendría unos cincuenta y siete años, en apariencia humana sería una jovencita de once. La muchacha se ubicó entre Philos y los dos niños, con los brazos a los costados y una mirada de furia en sus ojos amables.
-Y ahora ¿adónde vamos? –pregunto ella.
-A las montañas. Con los enanos. – respondió Philos, con un leve encogimiento de hombros.
-¿Y después?
-¿Cómo te llamas? – pregunto Philos.
-Antela –. Respondió la muchacha – No puedo creer que ya no exista la Torre de Predestinación.
-Jamás creí que tuvieran el valor suficiente de poner un pie en la Torre – Philos se dirigió a ella.
-Sin embargo, lo hicieron – repuso Antela, bajando los ojos un instante.
-¿Qué quieres que haga? – pregunto Philos –. ¿Adónde crees que debemos ir? Mira a tu alrededor. Esto es todo lo que queda de nosotros.
-Así que huimos – respondió con palabras teñidas de sarcasmo –. Cómo siempre.
Philos se acercó un poco más a ella. La cara se le puso roja de cólera.
-No hay nada que podamos hacer – repuso el muchacho.
Antela miró a Philos con ferocidad durante un buen rato, bajó la cabeza y luego desapareció en la multitud.
Los Ellefolk (elfos de la luz) tenían una elevada educación, donde había igualdad de sexos. La academia más popular donde se enseñaba magia era en “la Torre de Predestinación.”
Todo Ellefolk estaba determinado su destino por los dioses, y todos tenían que vivir sus destinos asignados de acuerdo a su voluntad divina. Interpretar portentos es primordial de cada aspecto de la vida. Figura clave de la mitología ellefolkuska y fundador de la Torre, fue el profeta legendario, llamado Tages; él había brindado a su pueblo las sagradas artes de la adivinación.
-No hay nada que podamos hacer – repitió para sí. A pesar de nuestras artes de adivinación no pudimos prevenir el ataque de esté enemigo.
-¿Y quiénes somos nosotros para acabar con esta guerra? –Philos se quedó un instante delante de las llamas. Luego, empezó a caminar hasta desaparecer en la oscuridad de la noche.
Me gusta cómo va perfilándose el relato, Siara Apsara. Pareces ser una persona dotada de gran imaginación, lo que es fundamental cuando se acomete este tipo de género en el que menudean personajes y seres mágicos, como los elfos, enanos y demás entes de fantasía. Auguro que de esa imaginación tan desbordante saldrá una historia enormemente interesante y amena.
ResponderEliminarNunca había pensado que un elfo tardaría en crecer. Osea tener 57 años y verte de 11 años. Aunque tiene sentido si viven cientos de años.
ResponderEliminarContinua la historia quiero saber k mas pasa con los niños elfos
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