EL MECHA SE DETUVO en frente de la cueva, mientras su arma disparaba sin cesar en la entrada reduciendo a polvo las grandes piedras.
En su interior se vio el brillo de unos ojos. La criatura salía tambaleándose debido a sus heridas de bala. En un intento desesperado rugió mostrando sus colmillos, inhalando un último aliento para utilizar su más temida arma; el fuego.
Pero el Mecha resistió la temperatura y salió sin ningún daño protegiendo muy bien a dos ocupantes de su interior.
El oficial se dirigió a su compañero que se hallaba en el asiento inferior de la maquina. El oficial hizo un gesto de asentimiento, y el soldado busco al dragón con la mira telescópica.
-¿La tiene a tiro? – preguntó el oficial.
-Sí, señor – contestó el soldado – puedo darle en su pecho o en las patas.
-No estamos aquí para desperdiciar balas – dijó el oficial – No le des en el pecho pues arruinarías su corazón y en sus patas sólo le darás otra oportunidad para defenderse.
-Puedo pegarle un tiro en la cabeza, señor – dijó, en voz baja.
-Entonces hágalo – ordenó el oficial.
El leve culatazo apenas los sacudió. La boquilla del rifle se exhibe en la palma de la mano, doblando sus dedos por detrás para tener mejor periferia. Vio al dragón desparramado, con los sesos por fuera.
-Bien hecho soldado – lo felicitó el oficial –. El Mecha es una gran maquina de guerra con metrallas en los brazos, propulsores en forma de alas para alzar el vuelo, un rifle de largo alcance instalado en el interior del brazo derecho y un gran cañón en el otro. Tiene forma humanoide, para los encuentros cuerpo a cuerpo con los dragones. Sus manos con cinco dedos sirven para sujetarles el cuello y sus extremidades para dominarlos mejor. En su interior la manejan dos pilotos. El que hace caminar el Mecha y el otro controla las armas.
El Mecha se arrodillo y su pecho se abrió dejando salir a sus dos pilotos –. Soldado extráele su corazón – ordena el oficial. Mientras el soldado con ayuda de una espada que siempre tienen que cargar consigo hace con gesto de asco lo que se le ordena. El oficial Kamus se hallaba en la abertura de el Mecha leía con atención la nota que tenía en las manos. Las palabras escritas en la hoja provenían directamente del Regio. Eran tan sencillas y claras como todas las ordenes que a recibido de su señor “Traedme todo corazón de dragón”, era lo único que decía.
El oficial doblo la orden y se lo guardo en el bolsillo del pantalón. Miró al soldado con su dura labor de extraer el corazón y sintió cierto alivio por el hecho de que, por sencilla que fuera la orden, su simpleza le garantizaba, el éxito de la guerra. Después de la misión de S´menel, Kamus al fin iba a poder regresar a su hogar, a una esposa que no había visto en dos años, una hija que ya cumplía ocho años y un hijo demasiado pequeño como para recordar la ultima vez que su padre lo tuvo en brazos. Kamus sólo tenía cuarenta y seis años pero se sentía mucho mayor. Nada, según él, envejecía tanto a un hombre como verse en la situación de enfrentar a un temible dragón. Este último fue sencillo tal vez porque se trataba de un cachorro, no mayor de seis meses.
-Ya termine señor – dice el soldado sosteniendo el órgano con ambas manos.
-Bien – respondió Kamus – Dime ¿tienes alguna chica en casa que te importa mucho, Kunnalt?
-Sí, señor – admitió Kunnalt, sorprendido por la pregunta – Pensamos casarnos en cuanto termine la guerra.
-Entonces, guarda eso que traes en las manos y anda a buscar una piedra grande, siéntate y escríbele una carta – le aconsejo Kamus –. No tengo ningún apuro. Los edificios vacíos de S´menel nos van a esperar.
Pobrecito dragón T_T
ResponderEliminarEsta historia parte en un punto de la guerra entre los seres mágicos y los mundanos.
ResponderEliminarEso quiere decir que manejo a otros personajes que mueren.
Gracias por leerme mi fiel seguidora ;)
¡Salu2!